martes, 13 de diciembre de 2011

Nada VIP en VIPS

Entré en un restaurante VIPS para cenar, como tantas otras veces. Pero en esa ocasión pediríamos comida para llevar. Como la temática del día iba de pizzas, y aprovechando que esta cadena de restaurantes ahora dispone de unos cuantos platos sin gluten -como sándwich mixto, lasaña o pizza-, me decidí a pedir la carta sin gluten.

-Me da una carta sin gluten por favor, para ver qué tienen.
-Un momento que la encuentre...
En fin, cosas que pasan si las personas celíacas no son clientes asiduos. Una vez con ella en la mano, nos dispusimos a pedir. Primero pidió mi acompañante sin problemas. Pero cuando llegó mi turno:
-Para mi una pizza sin gluten (no hacían falta más especificaciones, sólo hay una -fácil, fácil-).
-¡Ay! No. Un momento, si es sin gluten se lo tiene que pedir a mi compañera.
-¿Perdón?
-Yo no soy personal autorizado, tengo que llamar a la jefa.
-En fin.. pues espero.
Al llegar 'su compañera autorizada', que se trataba de la jefa superior, volvió a tomar nota primero a mi acompañante y para terminar mi plato: la pizza sin gluten.
-Todo para llevar, por favor -recordé antes de que se marchara-.
Entonces paró de escribir, me miró con cara de lamentación y dijo:
-¡Ay! No. Si es una pizza sin gluten no se lo puedo poner para llevar.
-¿Perdón?¿Por qué?
-Porque no estamos autorizados a manipular los productos sin gluten.
-Sólo le estoy pidiendo que me lo ponga en un plato de plástico para llevar, en lugar de en uno normal. No que la tenga que tocar.
-No, pero es que no podemos manipularla.
-Si sólo la tiene que poner con unas pinzas en el plato de plástico.
-Pero es que ya hemos recibido llamadas de atención.
-No sé qué le habrán dicho, pero le estoy pidiendo la pizza para llevar. Sin tocarla, sin mezclarla con nada más. En un recipiente para llevar.
-Pero es que no puedo...
Después de una retahíla de diálogo de ping-pong, harta, cansada y molesta por aquella forma de controlar lo que una persona celíaca puedo o no tomar, como si de un ex-alcohólico o un nuño castigado sin su golosina se tratara, zanjé varios minutos de idas y venidas dialécticas con una frase contundente, aunque algo salida de tono:
-Vamos a ver, ¿va a explotar la pizza cuando salga por la puerta del restaurante o algo así?
-No, pero es que no puedo.
-Vale. Pues imagínese que es para él -dije señalando a mi acompañante-. Como si fuera para él que no es celíaco. Ya me la va a poner ¿o no?
-Si lo hago es bajo su responsabilidad.
-¡Por su puesto!¡A estas alturas con que no explote me conformo!
-De acuerdo -dijo mientras se dirigía a por el pedido-, pero reitero que no nos hacemos responsables.

Al final, me sirvió la pizza sin gluten para llevar. Eso sí, bajo mi responsabilidad, ella no quería hacerse responsable, aun no sé muy bien de qué. Pero he de admitir que salí con cierto miedo del restaurante, casi con la tensión del que espera escuchar un estruendo, aunque lo único que percibí fue el sonido mecánico de las puertas automáticas que se abrieron a mi paso al salir del VIPS.

Este tipo de actitudes de escrupuloso control tanto alimentario como psicológico sobre los celíacos es, aunque a muchos de nosotros nos moleste, algo de lo más común. A veces se hace difícil mantener el equilibrio entre el control de la contaminación por gluten en la dieta por parte del personal de los restaurantes, y el posicionamiento paternal de control sobre el celíaco, interpretando que hay que salvaguardar su dieta, sin tener en cuenta que el celíaco, y más si es adulto, es perfectamente capaz de gestionar su dieta.

Por otro lado, decir que la comida sin gluten ofrecida por el VIPS, es bastante escasa y no de demasiada calidad, a pesar de que sea un punto a su favor para que las personas celíacas puedan comer sus productos fuera de casa. Pero desde la experiencia propia, aconsejo elegir platos que por la naturaleza de sus ingredientes no tengan gluten, aunque nunca está de más avisar al personal de que se es celíaco. Creo que si la comida es para servir en el restaurante no oponen tantos problemas, pero no lo puedo garantizar, ésta fue la primera vez que decía en un restaurante de esta cadena que era celíaca, y después de mi odisea, de momento, ha sido la última. Lo de probar suerte, por si acaso cambia la situación, ya lo dejo 'bajo la responsabilidad de cada uno', yo no me hago responsable.*

*Ocurrió hace unos meses, pero en la Asociación de Celíacos de Madrid publican que se han modificado los modos de actuación tras muchas quejas acumuladas. Espero que sea verdad. Lo publicaré.

domingo, 4 de diciembre de 2011

¿De qué están hechos los churros?

En el final de esas noches en las que se está haciendo tarde incluso para llegar pronto a casa, parece ser condición sine qua non desayunar para no tenderte con el estómago vacío en la cama y caer en un sueño al que el hambre dificulta la digestión alcohólica. Si las primeras luces del día se asoman tímidamente, por lo menos en Madrid, se opta por el café con churros, aunque si la localización lo permite y el sentimiento castizo apremia, se cambiará el brebaje por la espesura del chocolate caliente.
Hasta aquí todo correcto, familiar o incluso recordatorio. Pero no si eres celíaco. En el plan hay un fallo, el protagonista de la historia: los churros. Es un manjar que para los de mi índole sólo se nos permite catar en el hogar (salvo rarísimas excepciones - que las habrá- pero  que yo aun no tengo el gusto de conocer). ¿Por qué? La respuesta parece clara: harina de trigo.
Porque sí, los churros están compuestos mayormente de harina de trigo, y sí, grasa, mucha grasa, por eso están tan buenos. Pero ésto, no tiene por qué ser vox pópuli. ¡No! De lo contrario, nunca habría tenido esta conversación:

-¿¿No comes churros??
- No, no puedo. Ya sabes, yo y mis 'manías' con la comida.
-¿¿También tienen gluten??
- Eh... sí, claro.
-No sabía que los churros se hicieran con gluten...


Por ello, me parece necesario hacer pública la siguiente receta. Puede que se eviten muchas reflexiones innecesarias de madrugada:

CHURROS
  • 1 parte de agua caliente
  • 1 parte de 'gluten' (si eres celíaco sustitúyelo por harina sin gluten)
  • una pizca de sal
  • azúcar (opcional)
  • bebida para acompañar su ingesta
Preparación:
Se calienta el agua, momento en el que echamos la pizca de sal.
Se coloca en un bol la harina (con o sin gluten) y se vierte el agua caliente.
Se mezcla bien hasta tener una masa homogénea -es bastante difícil de manejar y muy pegadiza-.
Colocamos la masa dentro de una máquina de hacer churros. (Podemos saltarnos el paso y freír directamente la masa en pegotes, pero es mejor dejar esta parte para la masa restante que sobre en la churrera).
En una sartén, ponemos abundante aceite y calentamos a fuego fuerte para freír los churros, dándole cada uno la forma de churro que su destreza mejor le permita.
Después de darles la vuelta para que se frían por los dos lados, se sacan y se colocan en una bandeja con papel de cocina absorbente...Listos! 
¡Ah! No olvidéis el paso de los pegotes con la masa que haya quedado sobrante en la máquina.
Pueden acompañarse de azúcar o mojar en el brebaje elegido para el desayuno, la merienda o la comida de turno afortunada.

Hete aquí el secreto de los churros... una desilusión para más de uno ¡seguro!